El control biológico es un método de control de plagas, enfermedades y malezas que consiste en utilizar organismos vivos con objeto de controlar las poblaciones de otro organismo.
El concepto de control biológico hay que diferenciarlo del control natural, que es el control que sucede en las poblaciones de organismos sin intervención del hombre y que incluye además de enemigos naturales la acción de los factores físicos del medio. Por ello hay que entender el control biológico como un método artificial de control que presenta limitaciones especialmente en cuanto al conocimiento de los organismos afectados, lo que trae consigo una serie de ventajas e inconvenientes en su aplicación, sobre todo si se relaciona con los métodos químicos de control. Entre los inconvenientes más importantes se encuentran:
Normalmente su aplicación requiere un planteamiento y manejo más complejo, mayor seguimiento de la aplicación, y es menos rápido y drástico que el control químico.
El éxito de su aplicación requiere mayores conocimientos de la biología de los organismos implicados (tanto del agente causante del daño como de sus enemigos naturales).
La mayoría de los enemigos naturales suelen actuar sobre una o unas pocas especies, es decir son altamente selectivos. Esto puede resultar una ventaja (como se comentará a continuación) pero en ocasiones supone una desventaja al incrementar la complejidad y los costes derivados de la necesidad de utilizar distintos programas de control.
Existen diferentes maneras de enfrentar las adversidades que afectan a nuestros cultivos. El manejo integrado de cada una de ellas es lo que nos permite protegerlos de la mejor manera. Son conocidas las ventajas de modificar las fechas de siembra, rotar los cultivos e utilizar diferentes variedades así como las ventajas generadas al utilizar productos fitosanitarios. Diversificar las herramientas con las que contamos permite generar una protección adecuada y sustentable en el tiempo.
Dentro del control biológico de plagas existen tres estrategias principales:
El primero consiste en la introducción de un enemigo natural a cierto ambiente, con el fin de que el mismo se establezca y regule la plaga a la cual queremos controlar. Este método generalmente se utiliza en aquellos casos donde la plaga ha colonizado una nueva zona y por lo tanto sus enemigos naturales no se encuentran en la misma. No en todas las áreas puede llevarse a cabo este tipo de control, ya que no siempre la especie que actúa de enemigo natural llega a establecerse. En general se utiliza en ambientes estables como bosques, áreas naturales, cultivos frutales o forestales; donde la vegetación no se modifica constantemente.
En segundo lugar, el control biológico por inundación o inoculación, tiene como principal objetivo aumentar exponencialmente la cantidad de enemigos naturales. Puede llevarse a cabo de dos formas diferentes. Por un lado, la liberación por inundación consiste en la liberación de un importante número de individuos donde se encuentre la plaga problema. Este método se asemeja al uso de insecticidas, ya que permite un control rápido y eficaz. Es utilizado en cultivos cortos o anuales como por ejemplo en cultivos bajo invernadero. Por otro lado, la técnica de inoculación consiste en la liberación periódica de un número más reducido de individuos. Esta técnica se utiliza cuando la plaga problema aún no ha llegado a los umbrales críticos. De lo contrario se recomienda utilizar el control biológico por inundación o recurrir a algún insecticida.
Por último, el control “conservativo”, como su nombre lo indica, tiene el objetivo de conservar y proteger la población de enemigos naturales ya presentes. Para esto, es necesario, identificar cuáles son los factores que limitan esta población; lo que implica un profundo conocimiento de la biología de la especie. Alguna de las medidas que pueden tomarse son, por ejemplo, la introducción de especies florales productoras de néctar y polen (en el caso que la especie que actúa de enemigo natural se alimente de ellos).
Si bien el control biológico es una herramienta que puede resultar eficaz y que permite el control de ciertas plagas en nuestros cultivos, es importante recalcar que ninguno de estos métodos por si solos logrará un perfecto control. Por lo cual, lo conveniente es rotar las diferentes estrategias de control con las cuales contamos, tanto mediante labores culturales, aplicación de productos fitosanitarios o métodos de control biológico, a fin de poder implementar un correcto manejo integrado de plagas. Independientemente de cual sea el método que utilicemos para controlar una plaga, es indispensable contar con la ayuda de un profesional capacitado, matriculado, que nos asesore acerca de la mejor manera para controlar la plaga de una manera eficaz y segura.